Nada necesito. Todo es del mundo.
Quizá pido silencio y pan tostado.
Pero nada más. Que las cosas curven
sus caminos y lleguen donde deban.
Mi única necesidad es carecer.
Aporto libertad plena a las cosas.
Dejo que los sentimientos se posen
en mi el tiempo que estimen cuerdo.
Pues nada es mío. Todo es un regalo
(muchas veces de mal gusto y aciago)
que segundos antes perteneció al mundo.
Yo creo en las cosas y en los caminos,
en las manos y en los ojos que no veo.
Y desde aquí espero que todo llegue.